Mi experiencia con trufas alucinogenas

Recibí los packs de Trufas de Avalon de la oferta de 2x1, para probar los efectos de las dos.
Hacía tiempo que buscaba un viaje introspectivo y decidí que lo haría con estas Trufas alucinogenas y unas semillas de peganum harmala.
Lo primero fue preparar el set, necesité varias semanas hasta que decidí que estaba en mi momento de tomar las trufas magicas.
El lugar fue la huerta de mi abuelo, sabia que podía estar allí sólo todo el tiempo que quisiera.
Preparé un colchón y una lámpara roja muy tenue en una habitación, música de pink floyd y, algo en lo que no había prestado atención antes del viaje, una alfombra bastante antigua con dibujos de cuadraditos, aparentemente, sin sentido.

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Para preparar la harmala, primero me informe de la gran cantidad de alimentos que no se deberían tomar el día antes y después de tomar IMAO.
Hice una infusión, primero tosté 3,5gr de semillas de peganum harmala, las puse en agua caliente con limón y reposando un par de horas, separé las semillas y volví a meterlas en agua caliente otras 2 veces. Acabé juntando los 3 extractos en un vaso y lo dejé en la habitación.
Para las trufas me coloqué 10gr, y guarde otros 3gr en otra habitación por si no me subían ir a por ellos.

A las 7 de la tarde, todavía con algo de luz, y con 5 horas de ayuno, me empecé a preparar. Me puse ropa cómoda y calentita, hice unos estiramientos y calentamientos, ya que suelo acabar con mucha carga corporal cuando tomo psilocibina, quería liberar la tensión corporal.
Me tomé la infusión de peganum y me senté en la posición del loto, respirando suavemente prestando total atención a mi respiración.

Calculo que pasaron unos 20 minutos hasta que estuve totalmente relajado, y parecía que las IMAO hacían algo, así que me comí las trufas.
Justo mientras me las comía vi asomarse al perro de mi abuelo, que yo pensaba que estaba encerrado, pero pensé que podía ser buena compañía para el viaje.

Nada mas comérmelas salí a saludar al perro y le conté que me había comido las Trufas alucinogenas.
Estuve corriendo y jugando con él, cuando me empezaran los efectos pensaba entrar a la habitación.
En un momento jugando con el perro, vi una grieta en la tierra del suelo y me quedé observando. ¿Cómo no me había fijado nunca en ese suelo?! Parecía tener vida, las grietas me recordaban a las marcas de las manos, pero eran las manos de la tierra! Porqué solo somos capaces de dar cualidades humanas a los humanos? A lo mejor somos los humanos los que tenemos cualidades universales, naturales.

Estaba empezando a oscurecer y había una ligera brisa que me recordaba a las noches de verano, estaba taaan a gusto, con los ojos cerrados y sintiendo el viento correr por todas las partes de mi cuerpo.
El perro me miraba, yo miraba al perro, intentaba pensar qué pensaría él, o si él también podría pensar en qué estaba pensando yo. Seguro que él también notaba la brisa que corría y en un momento de “inconsciencia”, de no saber bien lo que estoy pensando, simplemente dejando fluir los pensamientos, poniéndome en el lugar del perro, sucedió o provoqué una respuesta en el perro, en el mismo momento que yo estaba pensando en su situación, metiéndome en él, se levantó de un salto y restregó su cabeza contra mí y se quedó mirándome con la lengua fuera.
Yo sentí un regocijo por dentro, una mezcla de felicidad, nerviosismo y amor.

Me senté allí mismo a mirar el cielo, en esos momentos no recuerdo haber caído en la cuenta de que ya me estaban afectando las trufas, simplemente era ese momento y estaba dejando que sucediera, a mi alrededor y conmigo.
Empezó a hacer frío y me acordé que podía entrar a la habitación. Por el camino todo me parecía sucio, roto, abandonado, eso no podía estar habitado por personas.
Que una casa llegue a ese punto de dejadez es porque seguro que nadie sigue viviendo ahí. Seguro que como no había nadie en la casa, algún animal se lo había quedado! Qué listo! Pero si ya había animales viviendo allí puede que me reconocieran como un intruso, aunque esa era la casa de mi abuelo!
Pero como iba pensando en dejarlo fluir, no me pude achantar, reconocí el terreno como lo haría otro animal, hice ruidos para que supieran que estaba ahí, y marqué una columna porque me entraron ganas.
Realmente notaba una presencia, una energía enorme en la casa.

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Nada mas entrar todo era muy acogedor. Se veía la tenue luz roja de la habitación desde la entrada. Daba calidez a la antigua cocina que conozco desde que era pequeño.
Todo me traía recuerdos, pero recuerdos muy psicodélicos, el mueble donde mi abuela ponía las calabazas que decoraba brillaba, no estaba en un punto fijo de la habitación, más bien se mantenía en equilibrio entre 3 ejes, pero yo sabía que en realidad solo estaba disimulando, no estaba sujeto a ninguna parte y en cuanto me diera la vuelta seguro que dejaría de ser un mueble tan sólido.
Las calabazas tampoco eran como yo las recordaba, esos colores plateados con reflejos morados y amarillos no me inspiraban confianza.

Busqué agua pero no sabía dónde podría haber agua… no era capaz de reconocer ni el frigorífico ni el grifo. Quizás realmente no tenía tanta sed, si no más bien ganas de encontrar el agua, pero no encontrarla me hizo entrar en una paranoia, no era posible esa desorientación! Qué me pasaba? Porqué no era capaz ni de encontrar agua? Me miré las manos y también parecían sucias, sombras negras recorrían los bordes de la mano, de los dedos, se las estaban comiendo! De dentro de las sombras fluía una sustancia viscosa roja, la infección me estaba consumiendo! Así que así, impulsivamente, fui corriendo al servicio sin saber apenas lo que hacía, encendí la luz y abrí el grifo sin ni siquiera pensar ni ser consciente de lo que hacía, entonces, una vez allí, con la luz blanca del servicio, el lavabo blanco limpio y el agua corriendo todo cambió para bien.
Me acordé que me había comido las trufas! Me miré al espejo y al verme las pupilas no podía parar de reírme, pero como podía haber sido tan inocente de entrar en un mal viaje y no darme cuenta!! Me lavé la cara, tenía lágrimas y mocos restregados por la cara, pero no me acordaba de haber sufrido tanto, ahora simplemente estaba renovado, como limpio (hay que ver hasta donde se te mete una idea en la cabeza).

Llamé al perro que se presentó enseguida, parecía que estaba esperando que le llamase, y nos metimos a la habitación donde había un par de porritos ya liados que no recordaba.
Me lo tomé como un “premio”, después de pasar lo malo siempre viene lo bueno, y por supuesto, no puede existir un bueno si no hay algo malo.
Me tumbé en la cama, entre 1000 cojines, parecía que estaba flotando, acariciando al perro que también se tumbó a mi lado, y fumando, con la cálida luz roja que proyectaba sombras muy curiosas en el techo, incluso parecía que me contaban historias! Y si no me las contaban pues era yo que me las imaginaba, les daba sentido, y curiosamente, al cambiar de forma, las sombras continuaban en ese sentido, contándome la historia.
Que recuerde, una de las veces pude ver un par de serpientes que llegaban y se enrollaban entre sí, pero del centro salió algo que las separaba, y por ello una de las serpientes avanzaba mientras la otra se quedaba en un lado agazapada, esperando.
La historia de las serpientes fue mucho más extensa, pero para mí en ese momento estaba claramente relacionado con la relación que tengo con mi madre.

Pensaba en lo que pasaba en las sombras, sabía que me estaban contando algo, pero también sabía lo que me estaban contando! Era un constante pasado-presente-futuro en realidad inexistente, todo lo que pasaba era simplemente ese momento en el espacio-tiempo, aunque al principio de la historia supiera lo que iba a pasar al final, tenía que dejar fluir la historia entera para acabar contándome el mismo final en el que yo pensaba.

Esta experiencia me hace plantearme la “realidad” y el “presente” como solo una parte de lo que realmente puede estar pasando ahora y de lo que somos conscientes de aceptar.

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